Redacción El Piñero
Oaxaca, México.- El partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) pretendía acaparar todos los espacios, pero lo hizo de manera errada, vendiendo y heredando posiciones. En la región de la Cuenca del Papaloapan, este fenómeno se multiplicó: familias completas se apoderaron de las candidaturas, transfiriendo el poder de padres a hijos, o canjeándolo por diputaciones locales, perpetuando un sistema de cuotas que socava la auténtica representación.
Y esto se reprodujo en otras geografías electorales…
EL HERMANO GANADOR
Noé Jara, hermano del gobernador Salomón Jara, utilizó el aparato burocrático y todo el poder del estado para apoyar a ciertos candidatos. Operando desde las sombras y lo evidentemente público, Noé se movió con escoltas y camionetas, asegurando que los delfines, los protegidos del sistema, ocuparan puestos clave.
Estos movimientos no pasaron desapercibidos y los beneficiarios, que no precisamente llegaron con MORENA, se verán obligados a pagar el favor, alimentando un ciclo de corrupción y nepotismo.
BENJAMÍN, EL GRAN PERDEDOR
En otro frente, Benjamín Robles Montoya, el gran perdedor de las elecciones a senador, anunció que denunciaría a Nino Morales y al gobernador por delitos relacionados con el huachicol y otros negocios ilícitos vinculados al plan interoceánico. Robles Montoya, quien había ocupado diversos cargos como diputado local, federal y senador, es conocido por repartir poder entre sus allegados, incluyendo a su esposa Maribel Ruiz y su hijo, ambos beneficiados con puestos políticos sin el mérito necesario, más allá de sus lazos familiares.
El Partido del Trabajo en Oaxaca, bajo el control de Robles Montoya, funciona como una entidad privada, donde él mueve y coloca las piezas a su antojo. Sin embargo, la reciente derrota electoral demostró el desgaste de su influencia. En un último intento desesperado, Robles Montoya lanzó acusaciones de vínculos con la delincuencia organizada contra su contrincante, buscando desacreditarlo en el fervor del cierre electoral. Estas acusaciones, aunque impactantes, son vistas por muchos como maniobras políticas sin sustancia.
Ahora, con su derrota y sin un cargo de elección popular, queda por ver si Benjamín Robles Montoya realmente buscará trabajar por Oaxaca desde la sociedad civil. El verdadero compromiso con el pueblo se demostrará no con palabras, sino con acciones concretas que beneficien a la comunidad. La desilusión del electorado oaxaqueño es profunda, y la espera por un cambio verdadero continúa.