Jaime GUERRERO
Con 97 votos a favor, 19 en contra y 11 nulos, el Senado de la República designó este martes a Ernestina Godoy Ramos como titular de la Fiscalía General de la República (FGR).
El nombramiento cierra el capítulo iniciado la semana pasada con la remoción de Alejandro Gertz Manero, quien aceptó una embajada en “un país amigo” para facilitar la transición.
Godoy, exconsejera jurídica de la presidenta Claudia Sheinbaum y quien ya había ocupado interinamente el cargo, rindió protesta esta misma tarde entre aplausos de la bancada de Morena.
Godot obtuvo 87 votos del bloque oficialista de Morena, PT, PVEM y PES. 6 votos de Movimiento Ciudadano y 4 votos serían del PAN.
En tanto, todos los senadores del PRI (13) votaron en contra, mientras que 11 boletas aparecieron como nulas; entre ellas, la del coordinador panista Ricardo Anaya, quien simplemente escribió “Nulo”.
La senadora Lilly Téllez (PAN) escribió en su boleta “No a la mafiocracia”.
En un discurso de casi 20 minutos, visiblemente emocionada y al borde del llanto en varios momentos, Godoy delineó su gestión.
“No fabricaremos culpables y no habrá persecución política, pero tampoco habrá impunidad”.
Prometió una Fiscalía “de puertas abiertas”, con las víctimas en el centro y cero tolerancia a la tortura.
Insistió en que la coordinación con el Gobierno federal “no significa subordinación” y anunció la próxima presentación de un plan estratégico de procuración de justicia.
Reconoció la “deuda histórica” con las víctimas y la necesidad de enfrentar la macrocriminalidad transnacional: trata de personas, lavado de dinero, ciberdelincuencia, tráfico de armas y fentanilo.
“Una fiscalía que actúa sola está destinada al fracaso. La autonomía se fortalece con coordinación, inteligencia y visión de Estado”, enfatizó.
El coordinador de Morena, Ignacio Mier, celebró que la FGR deje de ser “una figura decorativa”. Por su parte, el senador panista Raúl Bolaños advirtió que “en la búsqueda de la protección no cabe la obediencia”.
Con el nombramiento de Ernestina Godoy, la FGR inicia una nueva etapa marcada por la promesa de autonomía técnica, combate frontal a la impunidad y una relación de coordinación –pero no de sumisión– con el Ejecutivo federal.






