Tabasco.– La tarde del viernes 19 de septiembre, la calma en Cupilco, municipio de Comalcalco, ardió de golpe cuando un grupo de sujetos en motocicleta decidió dejar su “recado” al colgar una cartulina con amenazas contra la SSPC y, como si no bastara, lanzaron una bomba casera contra un automóvil que acabó reducido a chatarra humeante.
El detalle que encendió más que las llamas fue descubrir que el coche pertenecía a la parroquia local, lo que llevó a los vecinos a pensar que se trataba de una embestida directa contra la iglesia. El párroco Miguel Camacho García, con temple de altar, aclaró en video que todo fue un infortunio: el vehículo estaba en un taller mecánico y los agresores lo escogieron al azar, como quien toma una ficha equivocada en la lotería. Aun así, lamentó que el carro servía para visitar comunidades, enfermos y hasta despedir difuntos, y ahora no queda ni para misa de motor.
Mientras los feligreses rezan por seguridad, las autoridades parecen haberse quedado solo encomendadas al expediente: no hubo persecución ni operativo inmediato, apenas unas patrullas de resguardo y la promesa de la Fiscalía de investigar “hasta las últimas consecuencias” —esas que en Tabasco suelen perderse en el camino como procesión bajo la lluvia. La comunidad, en cambio, ya aprendió que los delincuentes van más rápido que cualquier patrulla, y que la única certeza es que aquí la justicia llega tarde… si es que llega.