➡️ Durante años —y administraciones— lo habitual era tener presidentes ausentes, como el del trienio anterior, que brilló más por su silencio que por su acción.
Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Loma Bonita, Oaxaca.- En Loma Bonita, cuando llueve, suele llover de verdad. Y esta vez no fue la excepción. Calles anegadas, alcantarillas vomitando agua y familias atrapadas entre goteras y la incertidumbre. Era la primera gran tormenta del año y la primera prueba real para el gobierno municipal.
Durante años —y administraciones— lo común era ver puertas cerradas, luces apagadas en el Palacio, y presidentes ausentes, esperando que el agua se escurriera sola, como los problemas. Pero esta vez, algo cambió.
Omar Lara Palma, el presidente municipal, no se quedó en casa. Salió, se empapó de reclamos y activó lo que nadie esperaba: una respuesta.
Apenas bajaron las primeras ramas, ya estaban Protección Civil y Policía Municipal recorriendo colonias, evaluando daños. Poco después, el alcalde ordenó abrir un albergue en la calle Xochimilco. Camas, víveres, lo básico, pero útil. Ahí estaba él, acompañado por la presidenta del DIF, Verónica Hernández, y la directora del organismo, Jaqueline Vázquez, revisando que todo estuviera listo: cobijas, luz, agua.
También se armó un operativo exprés: limpieza de alcantarillas, principalmente en el centro. El agua no sólo venía del cielo, también reventaba desde abajo, gracias a la basura que tapó todo. La Policía Municipal cambió toletes por escobas y limpió.
No fue perfecto, pero fue distinto. En esta tormenta, el gobierno no desapareció. Salió a la calle y actuó.