Redaccion | El Piñero
Veracruz.- En Papantla, donde el calor del trópico suele mezclarse con la calma de las calles empinadas, la tarde del martes se convirtió en una escena de acción con tintes burocráticos. Agentes ministeriales acudieron a cumplimentar una orden de aprehensión en la colonia Cuauhtémoc, pero en lugar de una detención tranquila, los recibieron a punta de disparos, como si la justicia llegara con sirena, pero sin respaldo. El saldo, un ministerial herido, dos personas detenidas y un vecindario entero preguntándose quién decidió improvisar la estrategia.
El incidente ocurrió sobre la calle Caracol, donde los elementos, confiados en que su papel sellado bastaba para imponer respeto, se toparon con la resistencia de sujetos armados que no estaban dispuestos a rendirse. Las detonaciones rompieron la rutina de los vecinos, que primero pensaron en fuegos artificiales y luego en correr por sus vidas. El agente lesionado fue atendido por paramédicos y trasladado a una clínica particular —porque ni la justicia se salva del sistema privado de salud—, mientras SEDENA, Guardia Nacional, Policía Estatal y Municipal montaban un operativo que más parecía una escena de película grabada sin permiso.
Y como ya es costumbre, las autoridades reaccionaron después del desastre, no antes. Ninguna advertencia, ningún perímetro previo, ningún aviso a los vecinos. El operativo, según parece, fue planeado con la misma prisa con la que se imprimen los boletines de prensa. Tras el humo y la confusión, la zona fue acordonada, las calles cerradas y los comunicados emitidos, todo en ese orden invertido tan mexicano. Dos detenidos, un agente hospitalizado y una pregunta que flota entre el polvo y las cintas amarillas, ¿quién protege a los que protegen, cuando la improvisación es la norma?
