Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.- La tarde de este viernes, mientras el sol se escurría entre los pinos del Parque Nacional Pico de Orizaba, un campesino —de esos que conocen la tierra mejor que los mapas— perdió la vida tras una agresión que dejó además heridos a sus dos hijos menores. El suceso ocurrió en la comunidad de El Jacal, municipio de Calcahualco, donde Federico Fuentes Tablas realizaba sus labores cotidianas antes de encontrarse con un grupo de individuos que, sin razón aparente, decidieron escribir su propio acto de violencia en medio del bosque.
Dicen los vecinos que todo pudo deberse a viejas rencillas por tala irregular, ese negocio que florece en la sombra mientras las autoridades presumen programas de conservación con folletos brillantes. Federico fue atacado y sus hijos, Alexander y Eduardo, intentaron defenderlo con el valor que solo da el instinto familiar. El resultado, un drama rural que se mezcla con la indiferencia institucional, bajo el eco de los árboles que guardan más secretos que las oficinas públicas.
Y como suele pasar en la sierra, la respuesta oficial llegó tarde y tibia. La Fiscalía Regional de Huatusco abrió una carpeta de investigación, prometiendo “dar con los responsables”, esa frase que ya suena a estribillo burocrático. Los lugareños, sin embargo, lo saben bien, cuando el bosque grita, nadie lo escucha; y mientras el crimen se dispersa entre el olor a resina y tierra húmeda, las autoridades siguen buscando culpables con linterna… pero de escritorio.