Redacción | El Piñero
Veracruz.- En el histórico centro de Veracruz, detrás de la iglesia del Cristo del Buen Viaje, los vecinos del estrecho callejón que lleva el mismo nombre aseguran vivir en una especie de encierro forzado. Afirman que cada noche el sitio se convierte en un punto de reunión de personas que, lejos de buscar refugio, han sembrado temor con constantes actos de robo, agresión y vandalismo.
La señora Rosalinda Hernández, jefa de manzana, relata con voz entrecortada cómo la semana pasada uno de esos sujetos intentó provocar un siniestro al introducir la mano por una ventana y prender fuego con un encendedor a la ropa que colgaba. Dentro de la vivienda dormía una familia completa que, de no haberse percatado a tiempo, pudo haber quedado atrapada entre las llamas. En otra ocasión, ese mismo individuo arrojó piedras contra una mujer que apenas alcanzó a guarecerse en un edificio en construcción, mientras los vecinos observaban impotentes.
Entre cadenas y candados, los colonos tratan de blindar sus casas. Algunos ya no resistieron más y optaron por abandonar el lugar; otros han decidido resistir, aunque lo describen como vivir “dentro de una cárcel mientras los maleantes andan libres”. Sin embargo, pese a las denuncias y llamados, las autoridades no han reforzado la vigilancia en este punto céntrico, dejando a los habitantes a merced de la incertidumbre y del miedo cotidiano.