Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.– Si algo tiene el río de los Pescados, en la localidad Jalcomulco, además de su belleza para turistas y valientes del rafting, es su impecable habilidad para poner a prueba la paciencia de rescatistas, autoridades y familias. Tras cinco días de intensas pesquisas que parecían más un maratón improvisado que un operativo coordinado, finalmente fue localizado el cuerpo del adulto mayor Alberto “N”, conocido como “El Betote”, quien desapareció el pasado 21 de septiembre después de caer al afluente.
Lo que comenzó como un reporte al 911 por familiares preocupados se convirtió en un desfile de brigadas de búsqueda: voluntarios, Protección Civil, rescatistas y autoridades municipales recorriendo orillas, siguiendo pistas de testigos y probablemente cruzando más palabras de frustración que metros de río. El hallazgo se dio finalmente en “Agua Caliente”, casi tocando Apazapan, ese vecino que siempre espera paciente a que Jalcomulco resuelva sus dramas.
Pero no todo fue heroísmo: mientras la comunidad movía cielo y tierra, muchos señalaron la falta de coordinación inicial, alertas insuficientes y la escasa señalización de riesgos en un río que, en temporada de lluvias, no perdona. Si el Betote hubiera esperado a que las autoridades tuvieran todo en orden, quizá habría seguido flotando en la incertidumbre.
Entre tragedia y enseñanza, el río sigue siendo un espectáculo: sus aguas invitan, su corriente advierte. Y la moraleja es clara: extremar precauciones cerca de cuerpos de agua, reportar emergencias sin demora y, sobre todo, no subestimar la paciencia –ni la velocidad– de quienes deberían coordinar la búsqueda.