Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.- En Tuxpan, la rutina del campo se quebró con un hallazgo inquietante, Reynaldo H. A. de 53 años, fue encontrado sin vida a un costado del camino rumbo a la comunidad de Altamira. La Fiscalía confirmó que se trataba de un empleado conocido en la zona, alguien que —según sus familiares— no debía nada ni tenía enemigos, pero terminó en la lista de “incidentes inexplicables” de la región.
A unos metros, como testigo mudo del suceso, quedó tirada una bicicleta que se presume era suya. El examen inicial reveló lesiones con objeto cortante, lo que añade un aire de dramatismo a una escena donde nadie vio, nadie oyó, y nadie sabe nada. Los deudos, entre la incredulidad y la rabia, aseguran que Reynaldo jamás habló de amenazas o problemas, lo que convierte este episodio en un rompecabezas que, por lo pronto, solo alimenta la incertidumbre.
Eso sí, las autoridades hicieron lo de siempre: llegaron en desfile de patrullas, aseguraron el área, levantaron indicios y se marcharon con la promesa de investigar, promesa que suele ser más gastada que las llantas de una patrulla municipal. La carpeta de investigación ya está abierta —como tantas otras—, pero sin pista ni responsables, el expediente amenaza con dormir el sueño eterno en un archivero, mientras la población queda con la amarga certeza de que la justicia en Veracruz viaja en bicicleta… y con las llantas ponchadas.