Redacción El Piñero
Veracruz.- En Minatitlán, entre aplausos, discursos y promesas de esas que nunca faltan en la gira oficial, se coló una voz incómoda. No fue la de un opositor político ni la de un reportero inoportuno, sino la de una madre que, harta de puertas cerradas, subió al templete donde la gobernadora Rocío Nahle entregaba apoyos y exigió lo que el Estado siempre promete pero rara vez cumple: justicia.
Macaria Cruz López, con pancarta y expediente judicial bajo el brazo, irrumpió para recordar lo que las autoridades prefieren olvidar: que su hija, a los 12 años, fue víctima de agresión sexual dentro de la ESTI 88 de Minatitlán. El agresor ya recibió sentencia, sí, pero los maestros y directivos, que vieron, callaron y omitieron, siguen como si nada. Y mientras el calendario marca audiencias que nunca se celebran porque “faltó juez”, ella carga con amenazas de desconocidos y advertencias del propio director, que con un cinismo digno de guion político le soltó: “los que se meten con el gobierno, amanecen muertos”.
La gobernadora escuchó a medias, la Fiscalía dice que investiga y los jueces brillan por su ausencia. Lo único claro es que, en un país donde la burocracia pesa más que la dignidad, una mujer tuvo que tirarse al suelo en pleno evento oficial para que alguien volteara a verla. Crónica de lo cotidiano, donde el poder prefiere la foto de entrega de apoyos antes que encarar la miseria de sus propias omisiones.