Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.- En Coatzacoalcos, un caso que parece sacado de la crónica de la impunidad sorprendió a la ciudadanía: Javier “N”, de 40 años, profesor de la escuela primaria “Libertador Miguel Hidalgo y Costilla”, fue asegurado por la Policía Ministerial tras ser señalado por presuntas agresiones sexuales a una alumna durante cuatro años, pero en lugar de estar recluido en un centro penitenciario, cumple su proceso en la comodidad de su hogar.
Los hechos, según la denuncia, habrían comenzado cuando la víctima tenía apenas 6 años y se prolongaron hasta los 13. La menor, ahora de 16 años, relató a su madre las agresiones sufridas, lo que derivó en la querella ante las autoridades correspondientes. La joven arrastra secuelas emocionales, físicas y psicológicas, mientras espera que el sistema haga lo que debería: protegerla y garantizar justicia.
Entre tanto, Javier “N” argumenta problemas de salud, como hipertensión, para evitar ingresar al Cereso Duport Ostión, lo que ha generado indignación y sarcasmo entre la población: la justicia parece más flexible con el acusado que con la víctima. Mientras la sociedad observa con incredulidad, la sensación es clara: el sistema judicial se mueve a paso de tortuga cuando de proteger a los vulnerables se trata, pero se vuelve diligente para cuidar la comodidad de un señalado.