Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.- Texistepec amaneció con su acostumbrado sobresalto, este jueves 16 de octubre y, mientras los campesinos se preparaban para una jornada más, el rumor corrió más rápido que el sol, un joven, de no más de 20 años, yacía sin vida en el camino de terracería que une Vasconcelos con Villalta, justo donde el puente El Naranjal apenas sostiene el paso del tiempo y del abandono. Ahí, entre polvo y maleza, se detuvo la rutina de un pueblo que ya parece haber normalizado la tragedia.
El muchacho vestía pantalón de mezclilla y una playera verde olivo. A su alrededor, los rastros de un ataque con arma de fuego hablaban por sí solos, aunque nadie quisiera escucharlos. Llegaron los ministeriales, midiendo pasos y suspiros, con la cinta amarilla y las cámaras periciales como si eso bastara para reconstruir la historia. Se llevaron el cuerpo al Servicio Médico Forense, donde un expediente más espera ser archivado entre las tantas páginas del olvido.
Y mientras los pobladores lamentaban la inseguridad que los acorrala, las autoridades respondieron con su manual de siempre, promesas, comunicados y un “se investigará” que suena a eco viejo. Los patrullajes brillan por su ausencia, los caminos permanecen solitarios y la justicia —esa señora que dicen que existe— parece preferir quedarse dormida en su oficina con aire acondicionado, lejos del polvo.