Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.- La comunidad de Buenavista, en el municipio de Espinal, volvió a vivir una de esas noches que parecen sacadas del libreto de la impunidad, tres integrantes de una misma familia fueron hallados sin vida dentro de su hogar, mientras la calma del pueblo se desmoronaba entre sirenas y murmullos. Nadie lo dijo en voz alta, pero todos lo pensaron: otra vez el miedo ganó terreno y las autoridades, como de costumbre, llegaron cuando el eco de las detonaciones ya se había apagado.
La escena fue descubierta cerca de la calle Gildardo Muñoz, donde vecinos —acostumbrados a distinguir entre fuegos artificiales y armas— sabían que lo que escucharon aquella noche no eran cohetes. En el interior de la vivienda, dos mujeres, madre e hija, y un hombre, esposo de una de ellas, fueron encontrados sin vida, víctimas de una agresión directa. En el lugar, un mensaje intimidante intentaba justificar lo injustificable. Las sirenas no tardaron, pero como siempre, llegaron a tiempo solo para levantar lo que otros dejaron caer.
El operativo posterior fue más burocrático que heroico: acordonaron, levantaron, documentaron y se marcharon, dejando tras de sí una comunidad que duerme con el oído en alerta. Hasta el momento, no hay detenidos, ni sospechosos, ni respuestas convincentes, pero sí hay declaraciones oficiales llenas de promesas recicladas. En Espinal, el guion se repite: los vecinos lloran, la policía investiga, y las autoridades declaran “estar trabajando en ello”. Mientras tanto, el pueblo se acostumbra al ruido de las patrullas y al silencio incómodo que siempre llega después de la tragedia.