Redacción El Piñero | Corresponsalía
Veracruz.- Apenas amanecía en Amatlán de los Reyes cuando el rugido de una motocicleta se mezcló con el eco de una carretera descuidada. Era sábado, y el sol apenas se asomaba sobre la ruta Córdoba–Paso del Macho, esa misma que desde hace semanas presume un socavón tan profundo que parece querer devorar vehículos enteros. Ahí, un motociclista encontró el final de su camino al caer en el enorme hundimiento que ni el gobierno local ni el estatal han querido ver… salvo cuando ya es demasiado tarde.
Dicen los vecinos que ya habían avisado, y no una, sino varias veces. Que pusieron piedras, ramas, y hasta su propia fe para evitar otra tragedia. Pero los señalamientos de advertencia, esos que un día aparecieron como promesa de solución, desaparecieron misteriosamente, igual que el interés de las autoridades. Lo cierto es que el motociclista, sin saber del abismo en el asfalto, cayó y perdió la vida en un tramo que bien podría figurar en un catálogo de obras inconclusas. Los paramédicos llegaron rápido, pero el desastre vial había hecho su trabajo mucho antes. Horas después, los funcionarios aparecieron con su clásico ritual: cintas amarillas, rostros serios y declaraciones recicladas. El área fue acordonada, como si eso sirviera de consuelo. Los vecinos, cansados de rezar por que alguien tape el agujero, exigieron respuestas.
Pero ya se sabe, en Veracruz las carreteras se hunden con la misma facilidad con que las promesas oficiales se diluyen. El socavón sigue ahí, convertido en monumento al abandono, mientras los responsables seguramente preparan un comunicado para culpar… a la lluvia.