
➡️ Mientras la jefa de gobierno de la CDMX Clara Brugada se mueve en una camioneta Equinox de modelo atrasado, Salomón Jara viaja en “Camionetón” de más de 2 millones de pesos
Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Oaxaca, México.- En tiempos donde el discurso oficial pregona austeridad y combate al despilfarro, la realidad en Oaxaca parece contradecir esas promesas.
Recientemente, el periodista Israel Aldave de Radio Fórmula reveló una imagen que expone esta contradicción; gobernadores de diferentes estados llegaron al Palacio Nacional –este jueves 7 de agosto– para reunirse con la presidenta Claudia Sheinbaum al volante de camionetas de lujo, ostentando un derroche que pone en entredicho el discurso de “Austeridad Republicana”
El caso más llamativo fue del gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, quien arribó en una camioneta Infiniti QX80, cuyo valor puede superar los 2 millones de pesos, dependiendo de las personalizaciones. Este vehículo blindado, equipado con tecnología de punta como antena Starlink para internet satelital, contrastó con el modelo mucho más modesto de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, quien llegó en una Equinox de modelo atrasado y con faros empañados.
La imagen de este “auto show” en Palacio Nacional no solo exhibe la opulencia de algunos mandatarios, sino que cuestiona la coherencia del discurso político que promueve el ahorro y la lucha contra la corrupción. ¿Cómo puede presumirse un modelo austero cuando las autoridades exhiben vehículos blindados que superan el costo de millones de pesos, con equipos y escoltas que elevan el gasto público?
En un estado como Oaxaca, donde la pobreza afecta a más del 60% de la población y donde las carencias en servicios básicos, educación y salud son una constante, estas muestras de lujo resultan aún más dolorosas. La desigualdad se acentúa cuando quienes deberían predicar con el ejemplo se envuelven en la pomposidad que tanto critican.
Mientras miles de oaxaqueños luchan por salir adelante con recursos limitados, sus autoridades recorren la capital en vehículos blindados de alto costo, con un séquito que bien podría destinarse a programas sociales indispensables.
Es momento de que las palabras se conviertan en hechos, y que la verdadera austeridad deje de ser una promesa para convertirse en una práctica diaria y ejemplar. Porque mientras la pobreza en Oaxaca no ceda, el lujo y la ostentación de sus gobernantes solo profundizan la brecha de desigualdad y desconfianza social.