Un año después, aún está vivo y ha mejorado, pero Saleem padece secuelas irreversibles. Su familia apenas se alimenta, al igual de los cerca de 2 millones de niños con malnutrición (según estima UNICEF) que luchan por sobrevivir en un país castigado por la guerra, el hambre y el cólera.
Dos años de conflicto han dejado a Yemen al borde del colapso, con su población muriendo de hambre y con el peor brote de cólera de la historia reciente. Una crisis que ya ha dejado más de 10.000 muertos y 40.000 heridos.