Jaime GUERRERO
Lo que inició como una marcha para conmemorar los 57 años de la matanza de estudiantes en Tlatelolco derivó en una jornada de violencia y caos en el corazón de la capital mexicana.
Centenas de encapuchados, identificados como parte del llamado “bloque negro”, se desprendieron del contingente pacífico y desataron una ola de vandalismo y agresiones que dejó un saldo de 94 policías hospitalizados, tres de ellos en estado grave, y 29 civiles heridos.
La marcha, que partió de Tlatelolco rumbo al Zócalo, transcurría con el habitual ambiente de consignas y memoria histórica hasta que, alrededor de las 17:32 horas, un grupo de aproximadamente 350 jóvenes embozados comenzó a protagonizar actos vandálicos.
A un costado de la Catedral Metropolitana, los encapuchados atacaron comercios, saquearon establecimientos y prendieron fuego a fachadas, incluyendo una joyería que requirió la intervención del cuerpo de bomberos.
Uno de los agresores fue detenido mientras intentaba robar anillos tras irrumpir en una tienda de conveniencia.
Los policías, equipados únicamente con escudos, cascos y rodilleras, se convirtieron en el blanco principal de la furia de los encapuchados.
Los agentes fueron atacados con piedras, martillos, botellas, cadenas, petardos, bombas molotov y pintura.
En un episodio particularmente grave, uno de los elementos fue pateado en el suelo hasta quedar inconsciente, evidenciando la brutalidad de las agresiones.
Inicialmente, 500 policías fueron desplegados para contener la marcha, pero la escalada de violencia obligó a reforzar el operativo con un millar de elementos adicionales.
El Secretario de Gobierno capitalino, César Cravioto, calificó los hechos como “una gran provocación” destinada a desencadenar una represión contra los manifestantes.
“Se quedaron con las ganas”, afirmó, defendiendo la estrategia de contención del Gobierno de la Ciudad de México, que evitó caer en lo que describió como un intento de provocar una respuesta violenta.
Por su parte, el director de la Policía de la CDMX, Pablo Vázquez, destacó que los agentes actuaron bajo la instrucción de contener y encauzar, sin recurrir a tácticas represivas.
Los elementos solo portaban equipo defensivo y extintores.
Los actos vandálicos opacaron el mensaje de los integrantes del Comité 68 y el propósito conmemorativo de la marcha, que buscaba recordar a las víctimas de la represión de 1968.
Durante el trayecto, los encapuchados dañaron fachadas de inmuebles y saquearon comercios, dejando tras de sí un rastro de destrucción en el Centro Histórico.
Las autoridades capitalinas ya investigan a los responsables de los disturbios, mientras la ciudadanía y los organizadores de la marcha lamentan que un acto de memoria histórica se viera empañado por la violencia.