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Virgen de Juquila: Una caminata de fe a través de la Sierra Madre Sur

El Piñero

Por Paulo Sergio HG/ El Piñero de la Cuenca

Oaxaca, México.-Este 8 de diciembre se celebra a la Virgen de Juquila, uno de los símbolos católicos más sagrados y más importantes para la mayoría de los oaxaqueños y habitantes de los estados vecinos.

Los llamados peregrinos, también conocidos  como turistas espirituales, aprovechan la fiesta patronal y el periodo vacacional para hacer un acto de fe, un acto de petición y un acto de agradecimiento. Por ello, en estas fechas decembrinas, es común observar el desplazamiento de miles de personas por las carreteras federales y estatales de Oaxaca, quienes desde localidades vecinas, se trasladan al santuario de la Virgen de Juquila en diferentes modalidades, algunos rentando autobuses, taxis, tractocamiones y camionetas y otros, de manera más singular, deciden hacer uso de la fuerza de su cuerpo, algunos corriendo en relevos, usando bicicletas y algunos más atrevidos, caminando sobre caminos accidentados; atravesando las frías y altas montañas de la sierra sur oaxaqueña.

Hablar de la Virgen de Juquila es hablar de uno de los símbolos más importantes dentro de la cultura oaxaqueña. Tanta es la importancia que su santuario es el segundo destino turístico más visitado en el estado de Oaxaca después de la capital del Estado y el tercer santuario espiritual más importante a nivel nacional. Cada año recibe a turistas espirituales provenientes de estados como Chiapas, Veracruz, Puebla, Guerrero, Ciudad de México y Estado de México. De acuerdo con cifras del Gobierno del Estado de Oaxaca tan sólo en el año de 2017 se recibió una cantidad superior al millón de personas en tan solo un periodo de 3 meses.

HISTORIA DE LA VIRGEN

La Historia de la Virgen se remonta al siglo XV cuando el fraile de nombre Fray Servando, quien radicaba en el pueblo de Amialtepec, como agradecimiento decide ofrecer su imagen a un indígena chatino de la población quien posteriormente empieza a rendirle culto. A partir de aquel momento, la popularidad se fue extendiendo hacia los pueblos vecinos. De acuerdo con registros eclesiásticos, en el siglo XVI, el templo donde residía la imagen, sufrió un incendio, quedando la imagen de la virgen intacta, por tal motivo, para evitar la repetición del suceso, autoridades de la iglesia decidieron darle protección en la localidad de Santa Catarina Juquila. Desde ese momento y a la fecha actual, es donde se establece el Santuario de la Virgen de Juquila y el culto de la fe se esparce a los rincones del sur del país.

LA FE

Al entrevistar a varios creyentes, la mayoría explica que empezaron la devoción por tradición de los padres y abuelos, pero conforme pasó el tiempo fueron depositando su esperanza en la imagen. Este tipo de manifestaciones son muy difíciles de explicar y por lo tanto, para aquellos no creyentes, casi imposible de entender el por qué de toda esta energía que se mueve alrededor de este fenómeno.

Cuando los creyentes hablan de la virgen, muchas veces se refieren a ella como “madre” “virgencita”, ”juquilita”, pero cada vez que los escucho referirse a ella, es como si hablaran con un sentimiento muy profundo, con un cariño muy especial, como si realmente hablaran del amor hacia la madre, la protectora, aquella persona que está contigo en los momentos más difíciles y aquella persona que por cualquier cosa que suceda, no emitirá ningún juicio. Para muchos es una guía, una luz, es la fuente de la vida, para otros más, la que hace los milagros, la que te ayuda a hacer posible lo imposible.

Son vastos los testimonios de los creyentes que hablan de los milagros que ha hecho, de cómo sus peticiones se han cumplido y de qué manera; en los momentos más difíciles –dicen- les ayudó a sobrepasar los obstáculos. Algo que distingue a los fieles, es que las peticiones no son gratis, por lo tanto, existe lo que fuese un código de honor, un trato de reciprocidad, ofrecer por lo recibido algo a cambio.

UNA EXPEDICIÓN AL SINCRETISMO DE LA VIRGEN DE JUQUILA

 A pocos días de que se celebre la fiesta patronal de la Virgen de Juquila, habitantes de una comunidad de los Valles Centrales de Oaxaca, realiza una aventura espiritual, un recorrido a pie que los guía a través de los extensos valles y montañas de la Sierra Madre del Sur.  En un periodo no mayor a cuatro días, después de caminar por más de catorce horas al día, habrán recorrido una distancia de más de 200 kilómetros.

Es una experiencia donde el cuerpo sufrirá dolor y cansancio, después de ver agotadas las reservas de energía física y mental, este será alimentado por una energía que ellos llaman El poder de la fe.

Es 23 de Noviembre, son las 10 de la noche y hace frío. Nos encontramos en la agencia municipal de Cruz Blanca, una comunidad de origen campesino y ejidal que pertenece al municipio de Cuilapam de Guerrero. Pablo Láscarez es quien ahora le toca convocar y liderar la peregrinación; él recuerda que desde hace más de 45 años, la caminata ya era realizada por los abuelos de la comunidad.

Posterior al estruendo de un cuetón, más de 70 habitantes se congregan en la calle principal de la población. Han arribado cubiertos con suéteres y muchos de ellos se encuentran  arropados por familiares y amigos. Pareciera la despedida de una expedición, pero esta vez se trata de una aventura espiritual, una expedición al sincretismo religioso que emana desde los rincones de la sierra sur: El Santuario de la Virgen de Juquila.

En punto de las 11 de la noche ya se encuentran reunidos todos los que participarán en esta peregrinación. Pablo Lascares quien realizó la convocatoria ofrece un cálido mensaje a todos los presentes y recomienda apoyarse y mantenerse unidos durante la travesía. Posteriormente invita a los participantes a visitar al estandarte de la virgen -que se encuentra en la capilla de su casa- para que pidan por un viaje seguro y a salvo. Todos acuden a la capilla, hacen una oración y al momento final, una persona toma el estandarte con sus manos. El estandarte será la guía espiritual que los acompañará durante todo el camino y que cada uno de ellos, por turnos, lo trasladarán hasta el destino final.

Minutos después, inicia la peregrinación; una patrulla de la policía municipal de Cuilapam de Guerrero toma la delantera y los acompaña en los primeros kilómetros por las vías de la población.

JORNADA 1: LOS IMPONENTES VALLES CENTRALES

La primera jornada se desarrolla sobre la región de los valles del estado de Oaxaca, sobre un terreno plano se recorren antiguos caminos rurales que comunican a los municipios de Cuilapam de Guerrero, Zaachila, Zimatlán de Álvarez, San Pablo Huixtepec, Santa Gertrudis, Valdeflores, Santa Ana Tlapacoyan, Ayoquezco de Aldama y finamente Santa Cruz Nexila, en donde se realiza el primer campamento. En un principio pareciera que los terrenos planos son los más fáciles de caminar, pero después de un trayecto de más de 12 horas y bajo el sol del mediodía, el cuerpo empieza a sufrir los primeros desgastes físicos. Para muchos esta jornada es muy pesada, algunos comentan que es mucho más difícil que subir y bajar los cerros.

Previo al amanecer por estos pueblos, se observan las primeras actividades del día, varias mujeres cargando una cubeta hace alusión a lo que podría ser una visita rutinaria a los molinos de nixtamal.

Cuando el alba nos sorprende, estos caminos nos muestran su historia, es como adentrarse al verdadero mundo rural de los valles de Oaxaca. Sobre el trayecto es posible observar vestigios de lo que en siglos pasados fueron activos y boyantes pueblos. Ahora, al pasar, se observan grandes construcciones de adobe con las paredes desgastadas, algunas casas en ruinas y antiguas haciendas monumentales cayéndose a pedazos. Muchas de las casas no cuentan con paredes y si las tienen, cactus y carrizos fungen de divisiones. Los patios se observan despejados, algunos con guajolotes, gallinas y toros, algunos otros con montones de mazorca recién piscada.

La actividad en el campo pareciera mantenerse, a lo lejos se observan canales de riego y restos de una buena cosecha. Son realmente bellos los paisajes otoñales que se ofrecen en esta parte de los afamados Valles Centrales y  que nos acompañan hasta llegar a la población de Santa Cruz Nexila. Dado que, durante el trayecto, la peregrinación va tomando diferentes pasos, los delanteros llegan cerca de la 1 pm mientras que los últimos estarán arribando al campamento hasta las 4 de la tarde. Al llegar cansados, después de caminar más de 15 horas, el corredor de la agencia municipal y el domo deportivo de Santa Cruz Nexila resguardarán del sereno a los peregrinos que dormirán sobre colchonetas y bajo cobijas.

La comida del día fue tradicionales higaditos de fandango con salsa picante de miltomate y chile de árbol.

JORNADA 2: ASCENDER PARA VOLVER A ASCENDER

Son las 12 de la noche, los primeros caminantes empiezan a despertar y levantan parte del campamento. El objetivo es arrancar la segunda jornada a la 1 de la mañana. El trayecto consiste en llegar a la población de “El Vado”, recorriendo los últimos pasos sobre los Valles Centrales para finalmente acceder al territorio de la Sierra Sur de Oaxaca.

El reloj marca las 4 de la mañana y es momento de subir el Cerro del Obispo para poder llegar a Sola de Vega. Son casi tres horas de ardua ascensión. El amanecer nos llega en la cima. Aquí ya no hay milpas, cactus, nopaleras o árboles de huamúchil, aquí nos encontramos con los primeros bosques de encino y pino, adornados naturalmente por heno, popularmente conocido como paxtle. Se descansa por momentos, se disfruta del frio, se observan pequeños valles y las inmensas montañas de la Sierra Madre del Sur.

El descenso es accidentado, grandes rocas se vuelven el sendero; se tiene precaución. Es común escuchar como los zapatos resbalan seguidamente de voces diciendo “cuidado”. Una mujer resbala y cae en un pequeño precipicio. Los acompañantes gritan asustados y de inmediato dos hombres bajan a rescatarla. Ella ríe, dice que está bien, que no le ha pasado nada. Entre todos la ayudan a subir. Afortunadamente sólo fue el susto. Casi al llegar a la capital solteca, el clima vuelve a cambiar. El territorio se nota más árido, regresan las milpas, los arbustos y las primeras plantas que hacen famosa a Sola de Vega, se aprecian los primeros agaves Tobalá que estarán acompañándonos en los siguientes kilómetros.

A las 9 de la mañana se llega a Sola De Vega, es momento de descansar por lo menos una hora, se desayuna, se toma agua y se soban los músculos que se encuentran tensos.

LOS OASIS

Se ha subido el primer cerro, pero tranquilamente aguarda El cerro de las Calaveras. De igual manera, el camino es cuesta arriba. Es un trayecto por caminos accidentados y microclimas donde convergen a escasos kilómetros bosques de ocote y cactus. Aquí se camina en un trayecto de más de 20 kilómetros y una de las particularidades es observar como al lado de las laderas y senderos, a kilómetros  de distancia  de la población más cercana y en lo alto del cerro, se observan los llamados Oasis.  Estos lugares son particulares, son pequeños establecimientos  que ofrecen refrigerios a los peregrinos. Se instalan únicamente en esta temporada decembrina al lado de los senderos y en lo más alto de los cerros.

En entrevista, los dueños de estos establecimientos nos comentan las dificultades que tienen que desafiar para tener abastecidas sus tiendas con alimentos y bebidas. Algunos ya ha sido bautizados por peregrinaciones pasadas con nombres peculiares –El Oxxo serrano y El Oasis -. Aquí se descansa, se come y se bebe a más de 2000 msnm. Lo difícil es la logística y la pregunta es: ¿Cómo se abastecen y funcionan estos establecimientos que se encuentran enclavados en lo más alto del cerro?

Los negocios son administrados por la familia o, en ciertos casos, por autoridades comunales. Los roles están definidos, los hombres son quienes habilitan el lugar, recolectan la leña y  hacen las compras en Sola De Vega para posteriormente trasladarlas hasta las alturas del cerro con la ayuda de animales de carga.

Las mujeres son quienes atienden el establecimiento las 24 horas. Ellas son las responsables de atender el negocio y cocinar los alimentos. El menú es sencillo, desde café de olla y atoles hasta huevos al comal, frijoles y quesadillas. Todo a un precio accesible para los peregrinos.

Aquí no hay luz, no se acude al molino para hacer la masa ni se utilizan licuadoras para hacer las salsas. De manera hábil, se las han ingeniado para instalar sus cocinas, con sus molinos de mano, sus braseros para sus comales y ollas. Todo es cocinado con leña de encino que, además de servir en la cocción, le da un sabor característico a los alimentos preparados. Los trastes se lavan con agua de los veneros de las montañas y las ramas de los árboles  fungen como colgaderos para que se sequen los trastes. En este lugar, toda la familia reside durante casi un mes, que es lo que dura la temporada de peregrinaciones. Las cobijas y petates se observan al fondo de cada cocina.

EL POZO DE LA PREÑADA

Este cerro es escenario de particularidades, por ejemplo,  existe un ojo de agua al que llaman El pozo de la preñada que — según la leyenda– una peregrina embarazada en busca de agua decidió cavar a orillas del sendero hasta encontrar un venero de agua. Desde ese momento, los creyentes afirman que La Virgen de Juquila obró mediante la peregrina embarazada. Ahora, es común observar como el venero sirve de fuente de hidratación para los caminantes que se convirtió en un pequeño templo de plegarias para quienes buscan tener un bebé. Alrededor del venero, se pueden observar cartas y cruces de metal con leyendas de agradecimiento a la virgen, nenucos de plástico, fotografías de ultrasonidos, veladoras, cristos, ramos de flores silvestres y zapatos de bebés.

EL PORTILLO DE LAS CRUCES

Posteriormente, en la cima del cerro, existe otro espacio espiritual para los peregrinos: El Portillo de las cruces. Aquí los peregrinos, hacen una parada, se persignan, hacen una oración en honor a la Virgen de Juquila; le agradecen, le piden llegar a salvo al santuario. Alrededor de este espacio se notan muchas cruces de diferentes tamaños clavadas en los pinos. El lugar se encuentra adornado con telas de color amarillo y rojo así como al pie de los pinos se depositaron ramos de plantas y flores silvestres como muestra de agradecimiento.

HUELLAS DEL PEREGRINAR

En este trayecto a través de las montañas de la Sierra Madre del Sur, la experiencia plena con la naturaleza cambia la perspectiva de la vida, el respirar aire puro, el tomar agua fresca salida de los veneros, el escuchar como el viento junto con las hojas produce un sonido relajador y el hermoso cantar de los pájaros hace olvidar los problemas mundanos. Los peregrinos se transportan al presente, aquel presente en dónde las preocupaciones por el pasado y la incertidumbre por futuro desaparecen para poder integrarse en un momento único y singular con la naturaleza.

Ahora es tiempo de descender parte del cerro, pero es inevitable obviar los perjuicios a la naturaleza. Aparecen las huellas evidentes de una cultura omisa a la protección del medio ambiente. La vista maravillosa de la imponente naturaleza se ve empañada por los restos de basura depositados al pie de los pinos y ocotes. Bolsas de basura, botellas de plástico vacías, papel higiénico, vasos y platos de unicel ahora se integran con el follaje otoñal caído. Nos comentan habitantes locales que debido a la caza furtiva, ahora es raro observar ejemplares como venado y jabalíes que solían habitar en los cerros. De igual manera, explican que en el año 2018, vivieron una temporada difícil por los incendios que arrasaron miles de hectáreas de bosques. El cambio climático, la contaminación, la deforestación y las huellas de grandes incendios están presentes. Ríos que tradicionalmente nacían  en las montañas ahora se encuentran secos, la temperatura en las montañas gradualmente se eleva, los descuidos por parte de los pobladores como rozas –técnica que consiste en la quema áreas verdes para facilitar el arado- y la extracción ilegal de madera son una de las muchas causas de las heridas de este gran ecosistema natural.

EL POZITO DE LA VIRGEN

Casi al finalizar la jornada, se llega a otro venero, otro espacio espiritual de los peregrinos al que llaman “El Pocito de la Virgen”. Aquí la leyenda es que quienes tienen suerte o quienes llegan a ser bendecidos por la virgen, pueden gozar del milagro de observar a la virgen a través del reflejo del agua. Hay una capilla en su honor y algunos puestos de comida donde paran los peregrinos a descansar. Para nosotros, será una visita breve ya que habrá que aprovechar los últimos destellos del sol para llegar al parador final de descanso.

La jornada casi termina, el último trayecto de casi una hora converge sobre un río y una espesa flora. Aquí atravesamos el afluente más de cinco veces, caminando sobre troncos húmedos y resbaladizos que fungen como puentes. Nos cae la noche y las lámparas serán el auxilio para atravesar la espesa oscuridad. El día finaliza en el patio de una casa en donde nos dan posada. Nos reguardamos bajo las ramas de un árbol, algunos otros bajo un pórtico. Esa noche, algunos toman algún masaje, alguna sobada, otros alguna cerveza o algún mezcal para relajarse. Las cocineras prepararon caldo de pollo y nos ofrecen tortillas clayudas y jalapeños picados.

JORNADA 3: BIENVENIDOS A LA COSTA

Una de la mañana y Pablo pregona: “Los que van a caminar es hora de levantarse”. Esta vez no todos se levantan, los que deciden quedarse, argumentan dolencias, horas más tarde serán transportados  por el equipo de soporte.

EL EQUIPO DE SOPORTE:

Ésta es una peregrinación asistida, Pablo González se las arregló para conseguir camionetas y voluntarios que acompañaran a la peregrinación. Choferes y sus camionetas llevan las maletas que contienen las cobijas y colchonetas que los peregrinos utilizan para dormir, mientras que otros, transportan el equipo que las cocineras utilizan para preparar los alimentos. Aquí no falta el anafre, el carbón y las cacerolas. Tampoco falta espacio para llevar al huesero y la sobadora que ahora son parte elemental de la asistencia al peregrino.       Para Pablo, ahora la peregrinación tiene muchas comodidades; él lleva ya 27 años caminando por estos senderos, primero empezó acompañando a los tíos y los abuelos y ahora es él quien la convoca y la lidera años tras año. “Antes no contábamos con camionetas ni nadie que nos fuese asistiendo, caminábamos por nuestra cuenta y cargábamos con todo, con nuestras cobijas, con los alimentos y con las ollas. Dormíamos con el sereno, cocinábamos con la leña que juntábamos en los alrededores, y nunca nos lastimábamos, ya que estábamos acostumbrados a caminar tantas horas al trabajar el campo”

El trayecto es total descenso, parece sencillo caminar unos metros por carretera para después involucrarse en una vereda que atravesará terrenos extendidos de pastizales y animales de pastoreo. La luz de la luna hace foco, algunos llevan sus lámparas para mayor seguridad, pero otros, intrépidamente, ajustan sus pupilas a los destellos lunares. La dificultad empieza al integrarse por la orilla de la vía asfáltica, la ruta continuará en descenso y en la oscuridad; el riesgo se incrementará por el frecuente tránsito de carros y autobuses.  El amanecer se presenta casi al descender la montaña. Finalmente, después de casi cinco horas de camino, el copioso río de Juchatengo da la bienvenida; el frío de las montañas desaparece, el clima se presenta cálido y se respira una humedad reconfortante. Es tiempo de desayunar, descansar, algunos aprovechan algún masaje del huesero para poder continuar.

EL HUESERO:

“Yo tengo muchos oficios, soy huesero, albañil, curandero, a todo eso me dedico, pero en este momento vengo echándole la mano a la gente, alivianando los dolores que padecen”,  comenta Blandino Fermín. En ésta travesía, le tocó atender de 30 a 50 personas por jornada, “Yo vine a ayudar, me pedían ayuda y se las ofrecía, nunca renegaba porque a eso vine” comentó en entrevista.

Dios me otorgó el don de curar, afirma. Explica tener más de 33 años curando a la gente. Carece de estudios, no aprendió a leer ni a escribir bien, sólo lo básico. “Yo no cobro la consulta,  yo no aprendí para ganar, yo aprendí para ayudar a mi prójimo. La gente que yo ayudo queda satisfecha. Yo voy a los pueblos a ayudar, a veces cobro 50 pesos si tienen, si no cuando los tengan. En cada lugar que visito la gente reconoce mi trabajo”.

Blandino tiene historia, es originario de la Sierra Sur de Oaxaca, pero siempre ha sido un viajero. Colaboró con el gobierno trabajando en el estado de Chiapas y también visitó algunos países de Centroamérica. Cuando la necesidad apremió, le tocó irse a trabajar como migrante a los Estados Unidos. Allá, su vocación como sanador siempre estuvo presente desde los primeros momentos. Explicó que le tocó cruzar por el desierto, una hazaña que duró varios días, “Yo le decía al coyote, espérame por favor, le voy a echar una sobada a éste amigo para que se levante, así curé a muchos amigos en el camino, quienes estaban destinados a morir en el desierto”.

Una vez en Estados Unidos, le tocó recorrer los estados del oeste estadounidense como California, Arizona, Nuevo México, pasando por estados del Este como Tennessee hasta llegar al norte de la unión americana estableciéndose en Nueva York. Su profesión siempre estuvo consigo, cuando le tocó trabajar en los campos de California, comenta, “me ponía muy triste al ver como sufrían mis paisanos “y yo los curaba”.

“Una de las experiencias que recuerdo mucho es que cuando estaba en Nashville, TN, un paisano cayó de muy alto y se le rompieron los brazos y las costillas, entonces dije, yo lo puedo curar y buscamos hierbas y raíces y empecé a pegarle los huesos… días después el muchacho pudo volver a trabajar. También en Nueva York me tocó curar a un paisano que el doctor le había dicho –mejor vete pa’ tu país porque te vas a morir aquí- entonces me hablaron y fui a curarlo. Yo le dije, no te preocupes, está loco el doctor, para que te vas a ir a México si aquí te puedo sanar. A los dos, tres días empezó a trabajar. El doctor no lo salvó pero yo sí le salvé la vida.  A mí me fue muy bien en los Estados Unidos, me fui triste pero al regresar, después de 10 años ya no me faltaba nada. Ahora, lo que me hace falta es seguir echándole la mano a la gente y curarla hasta que Dios me preste la vida”.

Respecto a su oficio, aclara, “Yo curo con puras hierbas. A mí no me gusta decir, si me pagas tanto te curo. Yo agradezco a la gente que aprecia mi trabajo. A mis pacientes les digo, pasen la razón a otros que no conocen, que no saben, díganles que cuando necesiten me hablen, denles mi número, díganles donde vivo y por esa razón mucha gente me busca”. Yo viajo mucho, a donde sea, yo voy y le salvo la vida a la gente. Ahora en esta trayectoria se me acercó un señor y me preguntó si era curandero, le dije que sí; ahora mi siguiente viaje será a Puebla. También tengo que ir por rumbos de Pochutla y otros pueblos, tengo llamados de mucha gente. Yo no viajo por gusto, yo viajo para hacer mi trabajo. Afortunadamente no he tenido ninguna experiencia negativa en los pueblos que visito, nunca me gritan, allá va el curandero falso, ese que nada más pide dinero y no cura. Hay muchos curanderos de quienes hablan mal, pero de mi parte no, toda la gente es agradecida”.

Esta vez le tocó viajar de nuevo, y acompañó en todo el trayecto a esta peregrinación. Alivió la hinchazón de tendones, masajeó y sobó los pies y las piernas de los peregrinos que “Como no están acostumbrados a caminar, se cansan”.

Sostiene en sus manos una bolsa de plástico dónde lleva consigo cuatro elementos: alcohol con alcanfor, una pomada, una libreta y un bolígrafo. A donde quiera que voy, los llevo conmigo, afirma.  Me causa curiosidad la libreta y le pregunto para qué es. “Ésta libreta es para anotar los nombres de las personas que me cooperan. Cuando le rezo a la imagen, a la virgen o a nuestro señor Jesús yo le dedico los nombres para que también bendiga a las personas que me dan éste dinero, porque el dinero no se gana tan fácil, no es regalado; éste dinero se sufre para ganarlo, por eso siempre agradezco”.

Finaliza “Mis herramientas de trabajo son mi pomada, mi frasco de alcohol y mis manos que me las bendijo Dios, si necesito algo mas también lo consigo”.

Muchos han recobrado las fuerzas y antes de que el sol apremie con sus rayos, se disponen a enfrentar otro cerro más, ahora toca el turno de “El cerro de las Brujas”. Este será uno de los trayectos más difíciles para muchos, ya que no solo se enfrenta a la altitud de la montaña, si no también, harán frente al clima cálido que estará presente durante la mayor parte del trayecto. Sin embargo, este trayecto, es el escenario de hermosos paisajes que se pueden disfrutar a lo largo del camino. Hermosos ríos y cascadas son los que roben la atención. Más allá en las alturas, los bosques se enaltecen nuevamente por su extensión y hermosura. Es  tiempo de descansar en pequeños parajes, descender sobre veredas extremas y toca nuevamente subir las montañas del territorio chatino. En la explanada de la agencia de Santa María Yolotepec se aloja el tercer y último campamento. Algunos aprovechan para darse un baño o una sobada. Las cocineras nos ofrecen Tlayudas, algunas con tasajo, otras con chorizo.

LA SOBADORA

Otros de los asistentes que brindaron su apoyo en esta peregrinación fue Juana Gladis Ramírez, joven mujer quien se encuentra estudiando ingeniería en agronomía. En entrevista explica que se dedica a sobar, “con un rodillo les daba masajes en las pantorrillas y en las piernas de los peregrinos para que se desinflamaran los músculos.

“Yo he peregrinado en años pasados y aprendí viendo como un sobador llamado Manuel hacía este trabajo. Yo lo observaba y veía como aliviaba el dolor. A partir de ese momento empecé a practicar y esta vez me dediqué a brindar auxilio a los peregrinos para que recuperaran las fuerzas y pudieran continuar en este camino. Nunca llevé la cuenta pero fueron muchos. Fue muy cansado. Pero lo más bonito es que la gente te daba las gracias por haberles ayudado para que siguieran caminando” explicó al finalizar el trayecto de la peregrinación.

 JORNADA 4: LA ASCENSIÓN A LA VIRGEN

Son las tres de la mañana y hace más frío que las veces pasadas, muchos deciden abrigarse esta vez. Para muchos cuesta trabajo levantarse, el cansancio pasa la factura, algunos músculos se encuentran dañados, los pies presentan ampollas. La motivación es que están muy cerca, un trayecto de casi cinco horas los separa del destino final.

Se inicia caminata, es momento de subir el último cerro, “El cerro de la Virgen”. Tras un ascenso muy abrupto, después de casi 45 minutos se llega a la cima. Al descansar, al cobijo de las brasas de un comal, algunos deciden parar para tomar un café. Se preguntan si vieron pasar a un grupo de mujeres que se habían adelantado, varios responden que nunca las vieron llegar; empieza la preocupación, parece que se han perdido y tomaron otra ruta. Pablo, da la orden de esperar, “si no se vinieron por la brecha de seguro aparecen por la carretera; si no llegan en una hora, tendré que bajar a buscarlas”. Momentos después, el grupo de cuatro mujeres aparece, explican que por la oscuridad habían tomado otra ruta, cuando se dieron cuenta que estaban perdidas, preguntaron a los locales y localizaron la brecha.

Ahora es tiempo de descender hasta el pedimento. Parte del recorrido final es a la orilla de la carretera. La madrugada termina y sale el sol y se observan los paisajes chatinos. Se nota mucha humedad y Pablo va recolectando flores silvestres para decorar su estandarte.  Termina el trayecto de carretera y nos incorporamos nuevamente a una brecha. El descenso continúa para finalmente llegar al pedimento. Hemos llegado a uno de los pilares más importantes del culto a la Virgen de Juquila.

Antes de ingresar al pedimento, todos se reúnen para esperar a los últimos, la mayoría desayuna, se toman algún café o atole con pan, otros comen empanadas o quesadillas. Momentos después, ya todos listos, en conjunto ingresan la capilla del pedimento. Después, uno a uno agradecerá a la virgen por haber llegado y algunos otros harán alguna petición.

EL PEDIMENTO: UNA TRADICIÓN ANCESTRAL

El pedimento es uno de los pilares más importantes en el culto a la Virgen de Juquila, aquí es donde se hacen las promesas, se manifiestan y se materializan por vez primera los sueños. En las culturas prehispánicas, los pedimentos constituían una parte fundamental en las actividades espirituales, eran los espacios ceremoniales en donde se solicitaba a las antiguas deidades abundancia, bienestar, buenas cosechas, salud, familia, hijos, así también, eran los lugares para ofrendar, para agradecer, para devolver lo que de alguna forma, la vida les había brindado. Desde aquella época, el uso del barro facilitaba la materialización de los sueños, era común modelar bebes, una familia, una casa o un corral con animales.

Han pasado los años y pareciera que estas tradiciones y cosmovisiones fueron protegidas fielmente por los pueblos chatinos – el pueblo originario que ha radicado ancestralmente en las montañas de éste sureste oaxaqueño-  y que se han combinado exitosamente con el sincretismo católico.

El cerro del pedimento, que se encuentra a escasos kilómetros del santuario de la Virgen de Juquila, alberga hoy en día la misma tradición. Miles de creyentes católicos acuden a hacer sus pedimentos y agradecimientos, es común ver a las personas dibujando y creando los sueños. Continúan escarbando el barro y modelando figuras, en el presente, cientos de años después, ésta tradición ancestral continúa vigente, sólo que ésta vez, ya no le piden a los viejos dioses, hoy, la virgen de Juquila será testigo de las peticiones y los agradecimientos.

Como muestra de ello,  una familia proveniente de la sierra de Veracruz -comunidad de Dos Caminos, perteneciente al municipio de Calcahualco-, se sitúa en uno de los espacios que ha sido designado para hacer estas peticiones. Cada integrante manifiesta sus sueños, casi no hablan y enfocan toda su atención en su realización. En su mayoría son mujeres, algunas mayores, algunas niñas. Yo observo, y veo como una de las mujeres, dibuja lo que es una casa y una tienda, también escribe la palabra “salud”; no pide más, me dice porque ya tiene a su esposo y a sus dos hijos. “Sabemos que la virgen es bien milagrosa, tal vez no al instante pero con el tiempo te la lo que pides y tú vienes a agradecer; algunos vienen cada año, otros no, ya que no es posible”. Posteriormente me comentan que es una tradición que fue heredada por sus abuelos.

De igual manera, una pareja originaria de los Valles Centrales del estado de Oaxaca modela sus sueños en barro. Ella pide a la virgen poder concluir  su casa en el siguiente año; mientras él construye un carro para poder complementar al hogar, quien a la vez expresa “uno de mis sueños, como me dedico a la música, es irme a Mazatlán, Sinaloa. Estoy intentando hacer una trompeta y que yo tenga todo el éxito”.

Se observa a todos felices, casi han cumplido el trayecto, aprovechan el tiempo para tomarse una foto en grupo donde en el fondo se observa el pueblo de Juquila. Momentos después, inician el descenso final a través de las escaleras de un sendero ecoturístico, son los últimos kilómetros para finalmente llegar a la última parada donde una vez ya, en el pueblo de Santa Catarina, todos juntos, caminan en procesión para ingresar finalmente al santuario de la Virgen de Juquilla y donde serán participes de una misa. Al finalizar, cada uno aprovechará para hacer compras, algunos para bendecir los escapularios, otros para comprar las tradicionales tostadas de corozo, dulces de coco llamados “jamoncillos” y algunos más, las  pequeñas pero sabrosas conchas de Juquila.

Por último, se toman la foto grupal final. Una peregrina, en entrevista  responde, “Yo vine porque me gusta, soy católica y creyente y por lo mismo participo cada año. Yo vengo por mi fe hacia la virgen. Estoy contenta porque nadie se quedó atrás, el recorrido fue excelente. Se disfrutó muchísimo”, comenta en la explanada del Santuario de la Virgen de Juquila.

Se le ve feliz y emocionada como a muchos otros, ha caminado más de cuatro días, al preguntarle sobre su experiencia comenta que “La fe hace que disfrutemos el trayecto de caminar de 15 a 17 horas”

Agradece a la labor de Pablo, de quien comenta “Él nos organiza desde los primeros momentos, él va esperando a los que se van quedando. Un líder no es el que va adelante, si no que él va atrás impulsando a que los demás avancemos y lleguemos al campamento y estemos completos.

De igual manera, agradece a las cocineras “ellas fungen un papel muy importante, ya que cuando llegamos al campamento, llegamos muy cansadas y ellas amablemente nos llevan la comida hasta donde estemos descansando; es un papel muy importante el que hacen, les agradezco muchísimo porque si no en ese momento uno correría a comprar alguna galleta o algunas sabritas que es lo más común en las tiendas.

Al final remata: Vivan la experiencia de venir caminando, es un poquito cansado pero se disfruta, te da la satisfacción de lograr el objetivo de llegar. Es una experiencia sumamente padrísima que se lleva en la mente, en el corazón y en el alma  tras haber recorrido muchos kilómetros y días de camino para llegar hasta el santuario.

Horas más tarde, después de haber visitado a la virgen, dispondrán de un autobús que los llevará de regreso a sus hogares. Muchos de ellos, repetirán la hazaña el próximo año para cumplir sus mandas.

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