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Expediente 2018: Obsesiva obsesión; el Veracruz de un solo hombre

El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.- El gobernador Yunes sigue con las botas puestas. Lejos de dormir con el trono imperial y faraónico en sus manos se ha reciclado como un político combustible. Nada lo detiene. Nadie lo frena. Sólo una obsesiva obsesión lo convulsiona:

Si ya heredó el poder político a un hijo, Fernando, como presidente municipal de Veracruz, ahora va por la silla embrujada del palacio de Xalapa para Miguel Ángel junior.

AMLO se fue en su contra. Rocío Nahle, también. De igual manera, Cuitláhuac García. Y ni se diga Américo Zúñiga. Incluso, hasta Rafael Ochoa, el primo de Javier Duarte, conocido en el carril priista como “El loco Ochoa” ha tronado en su contra.

Pero el Yunes azul anda en movimiento perpetuo. Es un volcán eruptando larva política. Es un río desbordado y desbordante arrasando y arrastrando a todos los grupos, clanes, tribus y partidos políticos que se le enfrenten.

Todos, ya lo saben. Incluso, están avisados. Y si en el siglo pasado los cargos públicos se ganaban a base de tiroteos y emboscadas, y de traiciones, las traiciones que son inherentes a los políticos, ahora, la pelea estelar, se entiende, será en las urnas.

Y en las urnas, con todo y despensitas. Y con todo y vigilancia férrea en las urnas. Con todo y el OPLE, pues, lo decía Giovanni Sartoris, las elecciones se ganan con billete. Y lo decía Carlos Hank González, quien en política tiene la lana y la operación electoral, en automático posee las llaves para entrar al cielo y el infierno.

Miguel Ángel Yunes Linares parece tener todo.

Allá, pues, si el PRI y el PVEM y MORENA, el PT y el PES “se dejan comer el mandado”.

En todo caso, pelea singular entre experiencias, vivencias, mañas y mapaches contra experiencias, vivencias, mañas y mapaches.

Además, de los calambres políticos y penitenciarios que desde hace ratito se están dando.

 

EL VERACRUZ DE UN SOLO HOMBRE

 

Desde la escuela primaria, sentando en el pupitre del salón de clases en la escuela “José María Morelos” de su pueblo soñaba con la gubernatura.

Pero quizá desde hace unos veinte años, el sueño alcanzó la posibilidad total.

Ahora, encumbrado en el cargo público más codiciado de una entidad federativa, el mundo a sus pies, dueño del día y de la noche, Veracruz como “el país de un solo hombre”, lo más fácil sería reproducir la historia de Antonio López de Santa Anna, quien cuando se aburría de la gubernatura dejaba el cargo a un amigo de ultra contra súper confianza y se iba a jugar gallos, en compañía de una mulata sabrosa, de pueblo en pueblo noche tras noche, día tras día.

“Me aburro” solía decir como argumento irrefutable.

Pero el Yunes azul se ha reinventado y a los 65 años de edad (piensa vivir 110 años) su, digamos, legítimo sueño (el sueño de un padre común y sencillo) es como el sueño de un emperador, de un Gran Timonel, de un líder vitalicio, un jefe tribal de cinco estrellas, y que consta en el relato bíblico, consistente en heredar el poder a los hijos.

Le vale el nepotismo. Le vale la monarquía.

Desde Veracruz sueña mudar en el político más poderoso del Golfo de México.

Veracruz y yo pudiera llamarse su historia en una novela como aquella de “El seductor de la patria”.

Los hijos al poder, él mismo sería, más que un Jefe de Gobierno, más que un Jefe de estado, el Emperador de Facto.

Y si en el camino ha de aplicarse una purga de los inconformes, de los disidentes y de los políticos y grupos incómodos, nada frena la ambición imperial.

 

TODO O NADA

 

José Vasconcelos soñó con la raza cósmica.

Emiliano Zapata con la Comuna.

Lenin y León Trostky con “la dictadura del proletariado”.

Adolf Hitler con la raza pura.

AMLO sueña con la república amorosa y la Constitución Moral, compartiendo el poder partidista (por ahora) con los tres hijos mayores.

El Yunes azul, simple y llanamente, acaricia la utopía del nepotismo, más allá, digamos, del culto a la personalidad y que es consustancial a la vida pública.

Y si el ejercicio autoritario del hacer así lo exige, tal cual será.

Y si las circunstancias reclaman un liderazgo fuerte, de igual manera.

Y si la lucha necesita tiempo huracanado, al pie de la letra.

Desde el palacio de Xalapa, el góber tiene el botón nuclear y lo seguirá apretando de aquí hasta el primero de julio en la noche.

Y si, digamos, perdiera en las urnas, quizá revertería la tendencia en el tribunal electoral.

El poder absoluto se reduce a tres palabras.

Todo o nada.

Ya ganó la gubernatura en el año 2016. Ganó la mayoría de curules en la LXIV Legislatura. Ganó la mayoría de las 172 presidencias municipales arrebatadas al PRI, PVEM y PANAL.

El siguiente paso es un arcoíris electoral. Las diputaciones locales y federales. Las senadurías. La gubernatura (la pelea estelar). Y Los Pinos.

Y si gana, y además, el candidato panista a la presidencia de la república, también se impusiera en las urnas (si AMLO y Meade se aduartan), entonces, redondearía el sueño (y sin caer en el futurismo) con una secretaría de Estado.

Yunes Linares, en el gabinete federal.

El primogénito, gobernador.

El otro hijo, presidente municipal, soñando ya, ya, ya con el 2024.

Ni siquiera, vaya, por don Rafael Hernández Ochoa, el gobernador que en menos de un sexenio entronizara a Yunes en seis cargos públicos y desde entonces anda con la jiribilla de la grandeza imperial y faraónica.

Ya se verá si los Yunes rojos y AMLO son tan poderosos como Kalimán, el héroe de Guillermo del Toro capaz de ganar las batallas heroicas, pues es más rápido y eficiente que todos para derrotar las fuerzas del mal.

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