Eugenio GONZÁLEZ | El Piñero
Chacaltianguis, Veracruz .– Miércoles por la tarde. El sol como puño cerrado sobre el lomo del Papaloapan. El aire, cargado de promesas. Y en medio de esa caldera política y tropical, apareció él: Akciel Torrecilla Torrecilla, sí, con doble Torrecilla, con nombre de político de novela, de esos que saben cómo moverse entre la gente, cómo levantar cejas y corazones con la sola vibración de su nombre en el altavoz.
El cierre de campaña no es un mitin cualquiera. Es una especie de procesión laica, un carnaval de esperanzas teñido con los colores de la contienda. Carpas, música de viento, mujeres con sombrillas y hombres con mirada de faena. Y en el centro, el aspirante del Partido del Trabajo a la primera magistratura municipal, saludando, abrazando, soltando frases hechas con filo y suavidad.
—¡Aquí no venimos a prometer, venimos a cumplir! —tronó Akciel con esa mezcla de predicadora y gerente rural que tanto gusta en los pueblos con memoria larga.
Hoy, Chacaltianguis lo ve cerrar su campaña. Mañana, el pueblo tendrá la palabra. Y si las apuestas populares no fallan, ese nombre —Torrecilla al cuadrado— podría muy pronto convertirse en sinónimo de poder en esta esquina caliente del sur veracruzano