Por Pável Argáez
Esta semana, diversos medios de comunicación y analistas “críticos” del actual gobierno han retomado el discurso de que la deuda pública durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador ha superado incluso al histórico Fobaproa. Algunos han amplificado estas voces dándole espacio, por ejemplo, al expresidente Ernesto Zedillo, responsable precisamente del mayor endeudamiento estructural del país.
¿Pero qué tan cierta es esa comparación? Para responder, primero hay que entender: ¿quién endeudó más a México ante organismos internacionales?, ¿qué presidente hipotecó al país con condicionalidades externas?, ¿y quién ha sido señalado de populista precisamente por no hacerlo?
La deuda externa no es solo un número. Implica decisiones políticas, condicionalidades y consecuencias que marcan el rumbo económico de un país. A diferencia de la deuda interna, que se contrata en mercados locales, la externa suele implicar la supervisión o intervención de organismos como el FMI o el Banco Mundial.
Un repaso histórico permite poner en contexto los niveles de endeudamiento por sexenio:
• Carlos Salinas (1988–1994): 85,000 millones de dólares, principalmente con el FMI, BM y el Club de París.
• Ernesto Zedillo (1994–2000): 50,000 millones adicionales para rescate financiero; FMI, Tesoro de EE.UU., Banco Mundial y BPI como acreedores.
• Vicente Fox (2000–2006): 75,000 millones, principalmente a bonistas internacionales.
• Felipe Calderón (2006–2012): 110,000 millones, con fuerte presencia del BM, BID y mercados de bonos.
• Enrique Peña Nieto (2012–2018): 80,000 millones, enfocados a reforma energética, Pemex, infraestructura.
• López Obrador (2018–2024): Aproximadamente 40,000 millones en deuda externa, sin recurrir a FMI ni BM.
Todos los datos pueden consultarse en fuentes oficiales como la SHCP, el FMI, el Banco Mundial, el CIEP, entre otros.
El caso del Fobaproa, encabezado por Zedillo en 1995, representó la conversión de deuda privada en pública, con un costo superior a un billón de pesos que sigue pagándose. El “rescate bancario” fue financiado con préstamos externos, incluyendo:
• 20 mil millones USD del Tesoro de EE.UU.
• 17 mil millones del FMI
• 7 mil millones del Banco Mundial
• 3 mil millones del BPI
Este endeudamiento vino acompañado de estrictas condicionalidades: supervisión externa, ajustes estructurales, y una pérdida de soberanía económica en favor de intereses financieros internacionales. Aunque aplaudido por Wall Street, tuvo poco beneficio social real.
Una comparación rápida muestra diferencias claras:
• Salinas: Megaobras y entrada al TLCAN.
• Zedillo: Estabilización macroeconómica, rescate bancario.
• Fox: Poca inversión en obra pública.
• Calderón: Infraestructura y gastos de seguridad por la guerra contra el narco.
• Peña: Reforma energética, endeudamiento de Pemex.
• AMLO: Obras públicas (Dos Bocas, Tren Maya, AIFA), programas sociales, sin recurrir a deuda con condicionalidades.
No. La deuda durante el sexenio de AMLO fue mayoritariamente interna, en bonos y sin intervención de organismos multilaterales. No se contrató con el FMI ni el Banco Mundial, ni convirtió deuda privada en pública. No hubo supervisión ni reformas estructurales impuestas desde el extranjero.
En contraste, Zedillo hipotecó al país y entregó la dirección económica a instituciones internacionales.
Endeudarse no es malo per se; lo importante es para qué, cómo y con quién. No es lo mismo endeudarse para obras públicas, infraestructura o programas sociales, que hacerlo para rescatar a bancos privados o quedar bien con los mercados.
Como ciudadanía, nos corresponde exigir transparencia y responsabilidad. Pero también memoria. Porque la memoria es resistencia.
No se trata de idealizar. Se trata de no olvidar quién nos endeudó, con qué propósito y con qué consecuencias.

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