Redacción El Piñero
José Azueta, Veracruz.– En las tierras bajas y cálidas de José Azueta, donde la piña y el ganado son sustento diario, los manantiales que antes daban vida ahora huelen a muerte. El agua que alguna vez alimentó la tierra, ahora mata peces, aleja vacas y amenaza con envenenar comunidades enteras. ¿Y qué hace el gobierno? Lo de siempre: escuchar, asentir… y aplazar.
Vecinos de Linda Vista, La Sabaneta, Dobladero, La Carolina, Arroyo Claro y Laguna Lagarto se reunieron recientemente con autoridades municipales —incluido el director de Protección Civil, Ricardo Germán Gutiérrez— para lanzar un grito desesperado: ¡basta de agua contaminada! Y no es una exageración. Desde hace más de un año, según denuncias, los arroyos y cuerpos de agua están siendo invadidos por desechos provenientes de criaderos de cerdos que operan como si el medio ambiente fuera su drenaje personal.
UN ESCÁNDALO INVISIBLE
¿Dónde están las sanciones? ¿Dónde están los cierres? ¿Dónde están los sellos de “clausurado por contaminar”? Nada de eso. Lo que hay es una “investigación en curso” y la promesa de que “se analizará el agua”. Y mientras se toma nota en oficinas con aire acondicionado, allá en los campos la milpa se riega con veneno, los peces flotan panza arriba y el ganado se aleja de los charcos como si oliera la enfermedad.
LA COMPLICIDAD DEL SILENCIO
Aquí no se trata de ignorancia, sino de permisividad. Porque si las autoridades saben desde hace más de un año que hay descargas ilegales, pero no actúan, ¿eso cómo se llama? ¿Indiferencia? ¿Complicidad? ¿Negligencia criminal?
El agente municipal de Linda Vista, Mario Antonio López Espinoza, fue claro al convocar la reunión: los pueblos están hartos. El agua ya no sirve para regar, ni para pescar, ni para bañar. ¿Qué esperan? ¿Una epidemia? ¿Un niño intoxicado? ¿Una crisis de salud pública?
CAMBIO DE MANDO… ¿Y DE RUMBO?
El 1 de agosto asumirá el nuevo presidente municipal, Farfán Gutiérrez. ¿Traerá consigo una nueva política ambiental o solo una nueva firma para los mismos pretextos? La gente de José Azueta no necesita más “mesas de diálogo”. Necesita acciones, clausuras, sanciones, y sobre todo, respeto al agua.
Porque cuando el agua se contamina, no solo mueren los peces: muere el campo, se arruina la cosecha, se va el ganado, se enferman los niños… y se pudre la esperanza.