Editorial | PIÑADERO
Tuxtepec, Oaxaca.- El diputado federal Alejandro Avilés Álvarez, ahora abanderado del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), ha encendido la conversación pública en Tuxtepec y la región de la Cuenca del Papaloapan al exhibirse —y presumirse— en fotografías con personajes de viejo cuño priista, aquellos que durante décadas defendieron con uñas y dientes los colores del tricolor.
Entre los reciclados de ocasión destacan Antonio “El Gordo” Sacre, expresidente municipal de Tuxtepec; Gabriel Cué Navarro, exsecretario de Estado durante el sexenio de Alejandro Murat; además de exdiputados, exalcaldes y viejas glorias del PRI que, aunque ya fuera de los reflectores, no pierden la oportunidad de mantenerse cerca del poder, al menos en la pose, en la fotografía.
Lo anterior parece un intento desesperado por fortalecer una estructura política con rostros que, para muchos ciudadanos, representan el pasado de excesos, promesas incumplidas y beneficios personales. Figuras que ya ocuparon cargos públicos en la Cuenca y que hoy son más conocidos por sus propiedades —hoteles, ranchos, terrenos— que por los resultados que entregaron cuando estuvieron en funciones.
Avilés, quien fuera candidato del PRI al gobierno de Oaxaca y perdiera frente a Salomón Jara, ha lanzado una invitación abierta a sumarse a la autodenominada Cuarta Transformación, aunque lo hace por la vía del Verde, ese partido bisagra que lo mismo sirve al PAN que a Morena, según convenga.
Las fotografías que circulan muestran a este “nuevo” grupo reunido, sonriente, brindando —entre aguas minerales y quizá algo más fuerte— como si los fantasmas del pasado no pesaran. Pero el electorado tiene memoria. Y aunque las fotos busquen proyectar unidad y fuerza, para muchos tuxtepecanos no son más que la postal de la simulación. Son los mismos de siempre, reciclados, pero con el mismo apetito de poder.