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El Museo del Horror, el gran “atractivo” sangriento de Veracruz

El Piñero

  • También un balneario 

Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. Inverosímil: taquería asaltada

Como la humedad, las cucarachas y los males  cardiacos, la incertidumbre y la zozobra en Veracruz siguen creciendo. Cada vez, los hechos se agravan. El penúltimo fue el viernes 9 en la mañana en una taquería de Córdoba. “Doña Guicha” se llama.
Dos sicarios llegaron al restaurante, ubicado en la avenida 15, entre las calles 32 y 34, del fraccionamiento Nuevo Córdoba.
Y de acuerdo con la cámara de seguridad de la taquería, un pistolero vacía la caja y el otro amenaza a los clientes de varias mesas.
Y al mismo tiempo, los va despojando.
Les quita el dinero, las carteras, los teléfonos celulares y las joyas.
Y huyen.
Un día antes, el jueves 8, también fue asaltada una farmacia, ubicada en el bulevar de la Avenida 11, entre las calles 16 y 18.
“La muerte (el terror y el horror, la inseguridad) tienen permiso” se llama una novela de Edmundo Valadés.
En contraparte, en el informe de la junta semanal de seguridad, el gobernador Yunes dijo que desde hace siete semanas los delitos van “en caída libre”.
Bandas desmanteladas, presos los asesinos de 9 personas en Xalapa, presa una banda de secuestradores.
Pero los malandros son como los conejos. Se multiplican o parecen multiplicarse, fuera de cualquier control de la política de natalidad.
Descarrilan una banda, y el mismo día aparecen otras más.
Será el desempleo, el subempleo y los salarios mezquinos…
Será el dinero fácil…
Será el vértigo de vivir cada día a mil por hora…
Serán la cooptación de carteles y cartelitos de gente buena obligada a delinquir…
Será la ambición y la codicia de tener más y más…, el caso es que Veracruz es un río de sangre y un valle de la muerte donde aumentan los decibeles de la violencia.
Ni siquiera, vaya, en las películas de terror las taquerías son asaltadas.

Por ejemplo:
En la lista negra incluirían el asalto a una taquería y a los comensales el viernes 9 en Córdoba.
Los ríos de Veracruz, convertidos en cementerios de cadáveres flotantes.
Los pozos artesianos dados de baja en la ruta de Omealca a Tezonapa.
Los cadáveres tirados a un león y a un cocodrilo en la Academia de Policía.
La Academia de Policía convertida en una fosa clandestina.
Las fosas clandestinas de “Colinas de Santa Fe”, considerada la más grande de América Latina.
Los cadáveres arrojados al fondo de una barranca en la Academia de Policía.
Los cadáveres tirados a la barranca pero que quedaron atrapados en los árboles.
Los jefes policiacos y policías socios, aliados y cómplices de los malandros para la desaparición forzada.
Los niños asesinados en Coatzacoalcos, Tantoyuca y Córdoba.
La mujer asesinada de 40 puñaladas en un hotel de paso en Córdoba.
El feligrés de la iglesia de Santa Rita de Casia en el puerto de Veracruz secuestrado a la hora de la misa delante de todos.
La chica de 17 años de Potrero Nuevo, Atoyac, secuestrada, desaparecida, ultrajada, asesinada y tirada a un lado de la comandancia policiaca y a la que, versión oficial, los zopilotes le arrancaron los ojos de dos picotazos certeros.
Etcétera.
El Museo del Terror y el Horror sería, de paso, un gran atractivo turístico, referente en el país.

TRES. El Ripley de la violencia

La semana anterior en Córdoba vivieron y padecieron el infierno.
Uno más de los colmos entre los colmos, inaudito, insólito, para Ripley, el Ripley de la violencia:
En la localidad de Agua Fría, un joven fue asesinado a balazos cuando pretendía huir de un grupo de quince delincuentes que asaltaron, háganos favor, a unos bañistas que estaban en la alberca del balneario “Albercas Alexa”.
La policía, claro, llegó a destiempo, pues andan ocupados en temas políticos en vez de combatir a la delincuencia.
Pero como en el caso, cuando los carteles asaltan un balneario en un domingo familiar significa que el Estado de Derecho es derrotado por el Estado Delincuencial.
Y que si bien hay reuniones semanales para medir la temperatura policiaca y social a Veracruz, el asalto al balneario y el atraco a la taquería de la región centro manifiestan el fondo del infierno sórdido y siniestro de un Veracruz donde siete cárteles disputan la jugosa plaza jarocha, y en donde en el sexenio anterior y anterior y anterior y anterior, es decir, desde Patricio Chirinos Calero, 1992/1980, con José Albino Quintero Meraz, han encontrado tierra fértil en “la noche tibia y callada”.
Hace quince meses y 13 días terminó la noche más aciaga de Veracruz con el duartazgo.
Y de cualquier forma, la vida cotidiana es un infierno.
Lo dice el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, director fundador del albergue de migrantes, “Los hermanos en el camino”, con una filial en Acayucan:
Igual que con Javier Duarte, igual que con Fidel Herrera Beltrán, las desapariciones y las ejecuciones siguen en Veracruz.
Le faltó decir que el terror se ha multiplicado a partir, entre otros hechos sórdidos, de los asaltos a una taquería y a un balneario en la región de Córdoba.
También le faltó referir que el domingo 11 de marzo, un restaurante en Agua Dulce, El cedral, en el sur de Veracruz, y los comensales fueron robados, y por fortuna, según parece, los militares detuvieron a dos ladrones, uno quedó herido y otro más huyó.

CUATRO. Vivir atenidos a la esperanza

Nada más horrible como la incertidumbre de vivir atenido a un día mejor y que nunca llega.
Así vivimos en Veracruz.
Se ignora si habrá un infierno más terrible.
Se ignora si será mejor resignarse a vivir sin la esperanza social de un sueño, una utopía, un ideal, atrapados en la gravedad de cada nuevo amanecer.

Y es que si de pronto vas a comer tacos y/o a un domingo familiar en un balneario y te asaltan, la realidad se vuelve una pesadilla, a tal grado que toda la ficción de Agatha Cristhie sale derrotada y nadie parece estar, o de plano, está, seguro.
Niños asesinados, mujeres asesinadas, ancianos asesinados.
Es más fácil que nos rescate Kalimán, ha dicho Guillermo del Toro.

 

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