Redacción El Piñero | Corresponsalía
Oaxaca.- Oaxaca se convirtió esta semana en el escenario de una historia de justicia tardía, donde un hombre buscado por pederastia agravada en Chiapas decidió, con un gusto cuestionable por el turismo forzado, refugiarse en el Istmo de Tehuantepec. Se trata de F.S.V., quien fue finalmente detenido el 7 de octubre en calles céntricas de Chahuites, gracias a la colaboración entre agencias de ambos estados, demostrando que, a veces, la burocracia sí alcanza a los fugitivos… aunque con años de retraso.
Los hechos se remontan al 7 de junio de 2020, cuando una menor de 10 años fue agredida en un domicilio del Distrito de Tonalá, Chiapas. Durante todo este tiempo, el sospechoso logró mantenerse fuera del radar de la justicia, hasta que la Vicefiscalía Regional del Istmo emprendió una minuciosa búsqueda. Tras localizarlo, la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) de Oaxaca ejecutó la aprehensión sin incidentes y lo presentó ante el Ministerio Público para certificación médica, antes de su entrega formal a Chiapas para iniciar el proceso legal correspondiente.
El caso deja en evidencia que la coordinación interinstitucional entre estados no siempre es veloz, y que los presuntos responsables de delitos graves pueden gozar de años de anonimato si las alertas y los mecanismos de seguimiento fallan. Mientras tanto, las autoridades locales aseguran que priorizan los casos contra mujeres, niñas y adolescentes, pero el largo tiempo que tardó en materializarse esta detención recuerda que la justicia, en ocasiones, camina a paso de tortuga… incluso cuando corre con la ley en la mochila.